Intermedio. Berlín, 1933
por Antonio Soriano Santacruz
Las luces del infierno parecen brillar mucho esta noche
—Observa Peter encantado
C. Isherwood, Adiós a Berlín
Quién fuera un maricón de cabaret
en el Berlín de los treinta.
De esos que fumaban tanto y tanto
en las puertas de Postdammer Platz.
Espectáculo y sexo.
Prostitución y drogas.
Todo acto obsceno es una misma cosa:
una estética e idiosincrasia particular.
Fumados, borrachos y si Frau Schoeder
nos permite retrasarnos con el alquiler
también habría coca para ser nosotros mismos.
En verano cambiaríamos
diríamos:
No hay por qué seguir con esto.
E iríamos a Rugen
a enamorarnos de un inglés
delgado y alto.
El calor nos haría pensar que somos más que escombros.
Pero somos hijos de lo decaído
y en otoño regresaríamos al casino
o al KitKat a seguir
haciendo lo único que sabemos.
Trabajar sin pensar.
Ya que pensar es llorar hacia dentro.
Tras una dura jornada
un gordo judío sale del reservado.
Te retocas las ojeras.
Te lavas la boca de simiente semita
y sales demacrado.
Sally, padre no hubiera querido esto
Sally querida… Tenemos que hacer algo para salir de esto.
Pero lo estático y terrible es tan pesado
que adormece.
Y la muerte en el campo
el ruedo
el baño
aprieta.
Nos acercamos a ella sin pudor.
No podemos.
No queremos escapar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario