El silencio profanado
por José Agustín Goytisolo
Lo que mis maldiciones valgan
es difícil saberlo. No espero
mucho de ellas.
Pero aun así es hermoso alzar los labios
— oliendo a vino triste —
y pronunciar las frases del ritual
blasfemo.
Hay algo
queda algo acogedor en el silencio profanado:
un pequeño latido una voz
que comprende y comunica
su alegría a la sangre.
Como regalo de cumpleaños!
ResponderEliminar