viernes, 14 de junio de 2024

Eva Vaz - Hotel Vivir

Hotel Vivir

por Eva Vaz




A Ismael Cabezas

Ya no necesito agendas.
Llevo un libro de poesía en el bolso
con papeles donde anoto
las citas del psicólogo
o algún esquema sobre la terapia.
Papeles como un ojo abierto.
En ellos anoto lo anónimo.
Lo insignificante cargado de significado.
Metáforas de Szymborska
o de los yonkis de Isla,
como heroicos autómatas
de la supervivencia crónica.
Papeles que hablan más de las esquinas
que del centro:
esa forma mía de leer
la vida ajena en los tendederos
o en los gestos de la gente cuando ríen
o cuando comen sin dirigirse la mirada ni la palabra.
La vida en minúsculas,
la que no se ve o se olvida.
Vidas sin fotos ni voz.
Vidas que no brillan.
Gente demasiado doméstica
que se llaman “cari” o “gordi” o cosas peores.
Gente corriente que se sienta
a tu lado en el médico
o delante de ti en el supermercado.
En un libro de poesía:
en mi bolso,
la vida,
todos los días. 

miércoles, 12 de junio de 2024

José Agustín Goytisolo - Alta fidelidad (1968)

Alta fidelidad
(1968)

por José Agustín Goytisolo



Entre todos los ruidos de la noche  
yo distingo sus pasos. Sé  
cómo va vestida; lo que piensa;  
qué música prefiere. No me importa  
su nombre o dónde vive  
o en la casa de quién. Y todavía  
mucho menos aún qué hará mañana  
y hacia dónde se irá: qué oscuros trenes  
la envolverán con su jadeo sordo:  
qué manos retendrán su mano fría.  
  
Ella camina ahora y yo la siento  
cerca de mí: real; cansada; siempre  
con ojos asombrados esperando  
que algo nuevo suceda; algo que cambie  
el monótono ritmo de las horas:  
un gesto acaso que ella entendería  
y no sabe cuál es. Sólo la noche  
acompaña sus pasos desolados  
le da cobijo entre las multitudes.  
Sólo la noche -como yo- la espera.

lunes, 10 de junio de 2024

Rafael Felipe Oteriño - La cuota de la nada

La cuota de la nada
por Rafael Felipe Oteriño



No se debería abandonar una casa:
se llena de fantasmas.
Los que estaban y no se dejaban ver,
los que llegaron luego,
los que se aprestan para vivir.

Los muros se cubren de un musgo espeso
que tú, que allí has vivido,
no deberías ver.
La mano traza figuras cada vez más débiles
en los vidrios.

Es como ver lágrimas.
Algo que acaba de caer,
pero penetra muy hondo, y allí se queda.
A esa suerte algunos le llaman futuro,
otros, destino.

No deberías decir: yo no soy ése.
No deberías decirlo.
Volver, si puedes, cuando amenacen quitarte
la parte que llevas dentro.
La cuota de nada que te pertenece.